Artículo sobre el alcoholismo de Fecal
Reproduzco un artículo de Alvaro Cepeda Neri sobre el alcoholismo de Fecal; comenta la idea de preguntarle directamente sobre sus hábitos alcohólicos. El correo electrónico disponible de Fecal es: felipe@felipe.org.mx.
Prólogo Político
sábado, 23 de septiembre de 2006
Alvaro Cepeda Neri
Filtraciones de posible alcoholismo de Calderón
I.- La “hora cero” para el señor Calderón, en su transitar de electo a constitucional, está próxima. Por lo pronto si “son peras o son manzanas” estamos en tiempo para que los mexicanos despejen una incógnita y es acerca de que a medida del fortalecimiento de su precandidatura y la candidatura, propiamente dichas (y que se impusieron, contra Fox y su favorito Santiago Creel, por la fuerza auténticamente panista), empezaron a surgir y multiplicarse, entre rumores y filtraciones, las versiones de que Felipe de Jesús Calderón Hinojosa es adicto a las bebidas alcohólicas.
II.- A este columnista le “llovieron” correos e informaciones “cara a cara” sobre esa adicción de Felipe Calderón. Agregaban hasta las bebidas a las que era afecto: coñac mezclado con coca-cola y que en la jerga de los que saben se le llama “París de noche”. En plena campaña electoral, cuando nadie se atrevió a plantear la cuestión, este periodista, en varios medios (revistas: Siempre! y Contralínea, como en algunos periódicos), puso en circulación la exigencia de saber quién de los cuatro: Calderón, López Obrador, Madrazo y Campa, era el alcohólico, sin recibir respuesta alguna.
III.- Como no hubo ni hay todavía, del equipo de Calderón, la menor señal, entonces he tenido que preguntar directamente al panista, en formato de petición, pero dentro de los cauces de las libertades de prensa y el derecho a la información, si como se dice es adicto, pero se mantiene alejado de ese vicio, debido a un tratamiento médico. De ser cierto, no es causa para revocarle el mandato; pero, sí es indispensable que los mexicanos lo sepamos, incluso en el caso de que no sea verdad.
IV.- Y no se trata de un asunto privado, toda vez que ocupar el cargo de Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, no solamente reduce el espacio de lo privado, sino que, además, es tal la responsabilidad del mismo, que se requiere que el individuo, chueco o derecho, electo, debe ser y parecer sobrio, como aquello de que “la esposa del príncipe, debe ser y parecer honesta”. Dice la leyenda, que Churchill se bebía una botella diaria de whisky y, agrega, era cuando más lúcido estaba.
V.- A Hitler lo tachan de abstemio (además de vegetariano) y no fue garantía de nada que no fuera perversidad y malignidad hasta el genocidio y la depravación políticas. Victoriano Huerta fue alcohólico hasta decir basta y así fue un golpista que mataba por matar, hasta llegar al magnicidio contra Madero. Salinas se echaba su cerveza con sus frijoles con nopales y su sopa de fideo. Cuando estuvo en Irlanda, gozando del dorado exilio, visitaba las tabernas y, en lugar de brindis, profería maldiciones contra Zedillo. Este, en plena campaña, allá por su patria chica, en Mexicali, “pa’el calor”, pidió una cerveza y le dijo al mesero. “Me la sirve en un vaso, sin hacer espuma, para que parezca sidral”.
VI.- Nada tiene de reprobable “zamparse” bebidas alcohólicas. Pero, sí importa que el señor Calderón (“Don Felipe”, como lo llama ahora Fox, después de ningunearlo), como andan diciendo hasta quienes aseguran haberlo conocido en Michoacán, que es alcohólico (como lo es el señor Bush, y así le ha ido al mundo o porque sigue bebiendo o porque las “crudas” lo ponen beligerante). Y que está bajo tratamiento y terapia antialcohólica. E insisto, no es un asunto privado, porque los rumores y filtraciones se han hecho públicos, al grado de que en algunos comentarios de prensa han llegado a escribir su apellido así: “Calde-ron”.
VII.- La adicción de Fox por su cónyuge, de tal manera que Mart(h)a fue la que manejó y abusó del poder presidencial, se supo al otro día de su precipitada boda. A esa debilidad debemos su mal gobierno, sus payasadas, (su otra adicción: el prozac) y sus constantes incapacidades que terminaron con el actual desastre y que, tras las manipuladas elecciones, han generado una crisis política y social de pronóstico reservado. Habrá quien diga que ese vicio por el matriarcado no es menos malo que el alcoholismo. Esa falta de arrestos, esa complacencia de Fox, sumada a su flojera para administrar y gobernar lo hicieron un Presidente del montón.
VIII.- Empero, que un individuo con las enormes responsabilidades que entraña la Presidencia de la República, pudiera ser alcohólico, sí que promete desastres. Y el país, después de un sexenio tan dañino para la nación, como ya es el de “la pareja presidencial”, se precipitaría, si bien le va, en una Revolución (anunciada y querida por quienes interpretan cíclicamente la historia y que en el 2010, tras el centenario de la Revolución de 1910, estallará otra) y si mal le va nos vendría un Golpe Militar. Si Calderón no enfrenta los rumores de que es adicto a las bebidas embriagantes en grado de padecer alcoholismo, entonces seguirán las dudas y cada vez que tome una decisión con abuso del poder, se supondrá que lo hizo bajo presión etílica.
IX.- Por eso es que este columnista ha insistido en el tema, ya que de todas partes llegan filtraciones, rumores y seguridades de que el ya electo, en tiempo presente o pasado, tiene algo que ver con los males del alcoholismo. Si ya no y está bajo tratamiento médico, también lo necesitamos saber. Cuentan que en tiempos de López Portillo, uno de los aspirantes era alcohólico y esto fue lo que influyó para descartarlo del entonces llamado “tapado”. Del resto de los presidentes se ha sabido que brindan, pero no que fueran borrachos y menos alcohólicos.
X.- El posible alcoholismo de Calderón es más que preocupante. Sobre todo cuando, si confirman su ascenso a Presidente Constitucional, debe siempre estar lúcido y sin medicamentos, porque se avecinan crisis mayores que la ya en marcha por los sucesos poselectorales. Necesitamos a un Presidente en sus cinco sentidos y no como a un Bush a quien tienen bajo vigilancia médica y policiaca para evitar que al sólo “¡salud!” enloquezca y se vaya derecho sobre el alcohol. Calderón debe aclarar si es o no alcohólico y hacernos saber que su tratamiento médico es eficaz. No queremos saberlo cuando ya sea tarde.
cepedaneri@prodigy.net.mxEsta dirección de correo electrónico está protegida contra los robots de spam, necesita tener Javascript activado para poder verla
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Filtraciones de posible alcoholismo de Calderón
I.- La “hora cero” para el señor Calderón, en su transitar de electo a constitucional, está próxima. Por lo pronto si “son peras o son manzanas” estamos en tiempo para que los mexicanos despejen una incógnita y es acerca de que a medida del fortalecimiento de su precandidatura y la candidatura, propiamente dichas (y que se impusieron, contra Fox y su favorito Santiago Creel, por la fuerza auténticamente panista), empezaron a surgir y multiplicarse, entre rumores y filtraciones, las versiones de que Felipe de Jesús Calderón Hinojosa es adicto a las bebidas alcohólicas.
II.- A este columnista le “llovieron” correos e informaciones “cara a cara” sobre esa adicción de Felipe Calderón. Agregaban hasta las bebidas a las que era afecto: coñac mezclado con coca-cola y que en la jerga de los que saben se le llama “París de noche”. En plena campaña electoral, cuando nadie se atrevió a plantear la cuestión, este periodista, en varios medios (revistas: Siempre! y Contralínea, como en algunos periódicos), puso en circulación la exigencia de saber quién de los cuatro: Calderón, López Obrador, Madrazo y Campa, era el alcohólico, sin recibir respuesta alguna.
III.- Como no hubo ni hay todavía, del equipo de Calderón, la menor señal, entonces he tenido que preguntar directamente al panista, en formato de petición, pero dentro de los cauces de las libertades de prensa y el derecho a la información, si como se dice es adicto, pero se mantiene alejado de ese vicio, debido a un tratamiento médico. De ser cierto, no es causa para revocarle el mandato; pero, sí es indispensable que los mexicanos lo sepamos, incluso en el caso de que no sea verdad.
IV.- Y no se trata de un asunto privado, toda vez que ocupar el cargo de Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, no solamente reduce el espacio de lo privado, sino que, además, es tal la responsabilidad del mismo, que se requiere que el individuo, chueco o derecho, electo, debe ser y parecer sobrio, como aquello de que “la esposa del príncipe, debe ser y parecer honesta”. Dice la leyenda, que Churchill se bebía una botella diaria de whisky y, agrega, era cuando más lúcido estaba.
V.- A Hitler lo tachan de abstemio (además de vegetariano) y no fue garantía de nada que no fuera perversidad y malignidad hasta el genocidio y la depravación políticas. Victoriano Huerta fue alcohólico hasta decir basta y así fue un golpista que mataba por matar, hasta llegar al magnicidio contra Madero. Salinas se echaba su cerveza con sus frijoles con nopales y su sopa de fideo. Cuando estuvo en Irlanda, gozando del dorado exilio, visitaba las tabernas y, en lugar de brindis, profería maldiciones contra Zedillo. Este, en plena campaña, allá por su patria chica, en Mexicali, “pa’el calor”, pidió una cerveza y le dijo al mesero. “Me la sirve en un vaso, sin hacer espuma, para que parezca sidral”.
VI.- Nada tiene de reprobable “zamparse” bebidas alcohólicas. Pero, sí importa que el señor Calderón (“Don Felipe”, como lo llama ahora Fox, después de ningunearlo), como andan diciendo hasta quienes aseguran haberlo conocido en Michoacán, que es alcohólico (como lo es el señor Bush, y así le ha ido al mundo o porque sigue bebiendo o porque las “crudas” lo ponen beligerante). Y que está bajo tratamiento y terapia antialcohólica. E insisto, no es un asunto privado, porque los rumores y filtraciones se han hecho públicos, al grado de que en algunos comentarios de prensa han llegado a escribir su apellido así: “Calde-ron”.
VII.- La adicción de Fox por su cónyuge, de tal manera que Mart(h)a fue la que manejó y abusó del poder presidencial, se supo al otro día de su precipitada boda. A esa debilidad debemos su mal gobierno, sus payasadas, (su otra adicción: el prozac) y sus constantes incapacidades que terminaron con el actual desastre y que, tras las manipuladas elecciones, han generado una crisis política y social de pronóstico reservado. Habrá quien diga que ese vicio por el matriarcado no es menos malo que el alcoholismo. Esa falta de arrestos, esa complacencia de Fox, sumada a su flojera para administrar y gobernar lo hicieron un Presidente del montón.
VIII.- Empero, que un individuo con las enormes responsabilidades que entraña la Presidencia de la República, pudiera ser alcohólico, sí que promete desastres. Y el país, después de un sexenio tan dañino para la nación, como ya es el de “la pareja presidencial”, se precipitaría, si bien le va, en una Revolución (anunciada y querida por quienes interpretan cíclicamente la historia y que en el 2010, tras el centenario de la Revolución de 1910, estallará otra) y si mal le va nos vendría un Golpe Militar. Si Calderón no enfrenta los rumores de que es adicto a las bebidas embriagantes en grado de padecer alcoholismo, entonces seguirán las dudas y cada vez que tome una decisión con abuso del poder, se supondrá que lo hizo bajo presión etílica.
IX.- Por eso es que este columnista ha insistido en el tema, ya que de todas partes llegan filtraciones, rumores y seguridades de que el ya electo, en tiempo presente o pasado, tiene algo que ver con los males del alcoholismo. Si ya no y está bajo tratamiento médico, también lo necesitamos saber. Cuentan que en tiempos de López Portillo, uno de los aspirantes era alcohólico y esto fue lo que influyó para descartarlo del entonces llamado “tapado”. Del resto de los presidentes se ha sabido que brindan, pero no que fueran borrachos y menos alcohólicos.
X.- El posible alcoholismo de Calderón es más que preocupante. Sobre todo cuando, si confirman su ascenso a Presidente Constitucional, debe siempre estar lúcido y sin medicamentos, porque se avecinan crisis mayores que la ya en marcha por los sucesos poselectorales. Necesitamos a un Presidente en sus cinco sentidos y no como a un Bush a quien tienen bajo vigilancia médica y policiaca para evitar que al sólo “¡salud!” enloquezca y se vaya derecho sobre el alcohol. Calderón debe aclarar si es o no alcohólico y hacernos saber que su tratamiento médico es eficaz. No queremos saberlo cuando ya sea tarde.
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